La fábrica de “los tahúllas”, pionera en innovación y calidad, dejó un legado que todavía se conserva en el Museo del Calzado.
Foto familiar de Manuel Vera Bañón
La fábrica de “los tahúllas”,
fundada por Manuel Vera Bañón a principios del siglo XX, fue una de las últimas
en desaparecer en Elda y es recordada por su contribución al prestigio del
calzado local. Según José María Amat, fundador del Museo del Calzado de Elda,
“vamos a hablar hoy de una fábrica que todos conocerán porque la fábrica creo
que fue la última en derruirse”.
Desde sus inicios, la empresa
destacó por combinar artesanía con mecanización y por adaptarse a los desafíos
de la época, como los cortes de electricidad durante la Guerra Civil.
Vera Bañón comenzó como aprendiz
de zapatero y, gracias a su iniciativa y visión, logró crear un taller que más
tarde se convertiría en una fábrica de referencia. Amat recuerda que “tenía un
carácter muy especial y una gran personalidad. Le empujaba la iniciativa y
siempre estaba pensando en hacer algo más”.
La empresa producía inicialmente
zapatos sencillos, pero más tarde triunfó con el zapato de bottier, llegando a
fabricar hasta 2.500 pares por semana con un equipo de más de cien
trabajadores.
La historia de los Tahúlla
refleja la tradición de esfuerzo y profesionalidad de los empresarios y
trabajadores eldenses. Como señala Amat, “en aquella época se montaba un taller
en cualquier lado, y con el dinero que se generaba, pues se iba ampliando”.
Hoy, parte de la maquinaria de la fábrica se conserva en el Museo del Calzado,
como testimonio de una época que sentó las bases del renombre del calzado
eldense a nivel nacional e internacional.
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