sábado, 25 de octubre de 2025

La Fábrica de Vicente Esteve Pérez

 Bajo el título de "Memorias de nuestras fábricas", Radio Elda Cadena ser dedican un programa para dar a conocer algunas de las más importantes  fábricas de calzado que tuvo Elda entre los últimos años del siglo XIX, hasta mediados del XX.


Vitrina de la empresa de Vicente Esteve Pérez en la primera Feria Nacional del Calzado en 1960


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Su fábrica marcó una época por la calidad artesanal, la innovación en el montaje “guante” y el legado humano de una familia entregada al calzado.


Hablar de Vicente Esteve Pérez es hablar de una de las fábricas más emblemáticas de Elda, cuna del calzado español. Nacida de la tradición familiar y el esfuerzo de generaciones, la empresa evolucionó desde un pequeño taller doméstico hasta convertirse en un referente de elegancia y perfección técnica. Su especialidad, el “zapato guante”, combinaba la suavidad del trabajo manual con la precisión de la industria moderna, ofreciendo modelos que competían con los grandes estilistas europeos.

           Emilio Esteve Pérez trabajando en el escalado desde el pantógrafo Manero

Más allá de la técnica, la fábrica de los Esteve Pérez fue un símbolo de humanidad y dedicación. Cientos de trabajadores encontraron allí una escuela de oficio y un hogar profesional donde la calidad primaba sobre la cantidad. Ese compromiso con el trabajo bien hecho y el respeto a las personas definió su legado.

José María Amat Amer, fundador del Museo del Calzado de Elda, afirma: “La fábrica de Vicente Esteve Pérez no solo hacía zapatos, hacía orgullo, hacía ciudad. Era un ejemplo de cómo el esfuerzo y la dignidad pueden dejar huella más allá del tiempo.”

La Fábrica de Rafael Romero Utrilles

 

 Con el título de "Memorias de nuestras fábricas", Radio Elda Cadena ser dedican un programa para dar a conocer algunas de las más importantes  fábricas de calzado que tuvo Elda entre los últimos años del siglo XIX, hasta mediados del XX.



https://cadenaser.com/comunitat-valenciana/2025/10/08/nuestras-fabricas-rafael-romero-utrilles-radio-elda/


A finales del siglo XIX, Elda era un territorio de huertas y bancales. En medio de este paisaje, Rafael Romero Utrilles levantó su fábrica en la calle de Dahellos, ocupando más de 1.000 metros cuadrados. La industria combinaba producción y hogar: la familia vivía en la planta alta, mientras que en la planta baja se ubicaban oficinas y almacenes. Todo estaba rodeado de un jardín cuidado y una valla elegante, reflejo del carácter meticuloso de Romero Utrilles.



Fundada en 1876, la fábrica producía calzado para niños, caballeros y mujeres, incluyendo los primeros tacones altos de la época. Con una producción diaria de entre 800 y 1.000 pares, cada zapato era elaborado a mano por cientos de trabajadores, asegurando calidad y detalle en cada modelo. Como destacaba Jª María Amat, fundador del Museo del Calzado de Elda, “todo se hacía de manera artesanal, y esa dedicación marcó la diferencia en la industria del calzado”.

Romero Utrilles no se conformó con el mercado local: llevó sus zapatos a exposiciones internacionales en París y Londres, obteniendo medallas de oro por la excelencia de sus productos. Amat recuerda: “De ahí surge la frase que todos conocemos: ‘Elda, París y Londres’, un símbolo del prestigio de nuestra ciudad y del esfuerzo de quienes la hicieron posible.” Este reconocimiento consolidó a Elda como referente europeo en la fabricación de calzado.

Aunque la fábrica cerró a principios del siglo XX, su espíritu continuó. Otros empresarios retomaron la actividad en las mismas naves, manteniendo la tradición zapatera eldense. La historia de Rafael Romero Utrilles sigue siendo un ejemplo de visión, riesgo y trabajo, un legado que inspira a nuevas generaciones de emprendedores en Elda y más allá

La Fábrica de los hermanos Vera (La fábrica de los Vera)

 

Bajo el título de "Memorias de nuestras fábricas", Radio Elda Cadena ser dedican un programa para dar a conocer algunas de las más importantes  fábricas de calzado que tuvo Elda entre los últimos años del siglo XIX, hasta mediados del XX.

 

Imagen de la Fábrica de Gabriel Vera y sus hermanos en la antigua calle José María Pemán formando manzana con la calle Antonino Vera, Hilarión Eslava y Ramón Gorgé

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Fundada en 1898, llegó a producir más de 1.500 pares diarios y a exportar a América Latina, dejando una huella imborrable en la historia de la ciudad.

La magnitud de la fábrica era extraordinaria: ocupaba una manzana completa, con más de 5.000 metros cuadrados de naves y patios, y contaba con maquinaria de última generación traída incluso desde Alemania. Funcionaba mediante un sistema centralizado de motores y ejes que movía al unísono todas las máquinas. Jº María Amat, fundador del Museo del Calzado de Elda, lo describe con detalle: “En la sala de máquinas había carros de madera, ventanales enormes y unos ejes movidos por un motor central…”.

La producción alcanzó niveles sorprendentes para su tiempo: más de 1.500 pares de zapatos finos de señora al día, con una fuerte exportación a mercados de Brasil, México y Colombia. “La fábrica fue una de las primeras en arañar la exportación… y el bottier fue lo que más beneficios produjo”, señala Amat.

Más allá de su maquinaria y cifras, la fábrica de los Vera simbolizó el esfuerzo humano de varias generaciones. Aparadoras como Dolores Esteve o Isabel Callado, encargados de pieles y personal administrativo formaban un engranaje perfecto que mantuvo viva la empresa durante más de cinco décadas.

La fábrica de Emérito Maestre y hermano en Radio Elda Cadena Ser

 

Bajo el título de "Memorias de nuestras fábricas", Radio Elda Cadena ser dedican un programa para dar a conocer algunas de las más importantes  fábricas de calzado que tuvo Elda entre los últimos años del siglo XIX, hasta mediados del XX.

Antigua nave industrial de la fábrica de cajas de cartón de Emérito Maestre en Elda

La historia industrial de Elda no puede entenderse sin la figura de Emérito Maestre Maestre, primer alcalde republicano de la ciudad en 1931 y, junto a su hermano, uno de los impulsores de la fabricación de cajas de cartón que tanto necesitaba la pujante industria del calzado. Ambos levantaron un auténtico emporio a principios del siglo XX, primero en el Monastil y más tarde en los terrenos que hoy se preparan para convertirse en aparcamiento. “Fue un hombre emprendedor, dinámico, muy querido por el pueblo, mientras que su hermano era quien llevaba realmente el peso de la fábrica”, recuerda Jº Mª Amat Amer, fundador del Museo del Calzado de Elda.


Antigua fábrica de cartón de los hermanos Maestre, situada junto al río Vinalopó a la altura del paraje del Monastil.


La iniciativa de los Maestre permitió abastecer a decenas de fábricas de calzado de Elda y la comarca en una época en la que la producción crecía de manera imparable.

El legado de la fábrica de los Maestre se mantuvo hasta 1979, resistiendo los cambios del sector y la competencia de empresas más avanzadas tecnológicamente. Hoy, parte de aquellas máquinas se conserva en el Museo del Calzado como recuerdo de una etapa clave para la economía local. Más allá de la producción, la familia impulsó también viviendas obreras en la conocida Colonia Santo, reforzando así el carácter social y comunitario de un proyecto que marcó una época en Elda.

 

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Elda y el legado de los Santos Crispín y Crispiniano

 

Pintura monocroma en agua parda, lápiz y puntura negra, de la Colección del Museo del Prado (no expuesta), Siglo XVII. Anónimo (246mm x 138 mm).

Cada 25 de octubre, el mundo zapatero celebra a sus patronos, Crispín y Crispiniano, símbolo de esfuerzo, maestría y orgullo artesanal. En Elda, esta fecha adquiere un significado especial: evoca una historia de talento, de innovación y de trabajo colectivo que convirtió a la ciudad en referencia indiscutible del calzado español.

Durante décadas, Elda fue sinónimo de moda, calidad y prestigio. Desde sus talleres y fábricas surgieron diseños admirados, y desde su impulso empresarial nacieron ferias, asociaciones y proyectos que marcaron una época de prosperidad y reconocimiento internacional.

El calzado no fue solo una industria: fue cultura, fue identidad, fue innovación, fue el alma de una comunidad y con ella de la España zapatera.

Hoy, en un contexto industrial diferente y globalizado, Elda sigue latiendo al compás de ese legado. La experiencia, la creatividad y la pasión de sus profesionales mantienen viva una tradición que forma parte esencial de su memoria y de su futuro. Si, de su futuro, porque hay un principio que debe quedar claro, el zapato industrial y la comercialización podrá variar de situación geográfica, pero el arte de un zapato con las perfecciones del que se fabricó en Elda, eso persiste en cualquier lugar y tiempo,

Celebrar a los Santos Crispín y Crispiniano es, en definitiva, rendir homenaje a todos aquellos que hicieron del oficio del calzado una expresión de arte y de progreso, y recordar que la huella de Elda —como la de sus mejores zapatos— perdura siempre con el paso del tiempo.