La
historia de los pueblos las suele escribir personas que investigan aquellos
hechos que fueron especialmente importantes y quienes los promovieron. Pero, en
algunos casos, nos encontramos con olvidos clamorosos de individuos o
colectivos que fueron capaces de alumbrar actuaciones que tuvieron enorme
repercusión, algunas, por los beneficios económicos que generaron, otras, por el
alcance social o cultural de relevantes consecuencias para la ciudad.
Con
el avance de la tecnología aplicada a los medios de comunicación, es más
sencillo analizar hechos acaecidos en el pasado, sin que necesariamente se
tenga que recurrir a los historiadores que los vivieron, basta con extraerlos
de las hemerotecas.
La
historia es una vacuna contra la ignorancia, un antídoto contra las
distorsiones de la ideología y de la propaganda. La historia es completamente
necesaria para desbaratar las mentiras que los aspirantes al poder cuentan
sobre ella, y para inculcar en las gentes de a pie el sentido de las
responsabilidades políticas, morales y civiles, mostrando que nada de lo
ocurrido tuvo que ocurrir inevitablemente, que lo que aconteció ayer y acontece
hoy no responde a un destino ciego e inexorable, sino a la virtud, inteligencia
y sabiduría de los hombres; y, por supuesto, a la perversidad, estupidez e
ignorancia de esos mismos hombres. Fernando García de Cortázar.
Reescribir
la historia no es cosa nueva, siempre se ha escrito o hablado de personajes que
no fueron en aquello que se dice lo contrario, como también pasaron casi
desapercibidos nombres de relevantes personas que no contaron con lo que
algunos llamarían, “un apadrinamiento adecuado”. Hoy, con referencias habladas,
escritas e incluso filmadas, es más difícil “dar gato por liebre”.
En
algunas ocasiones los hombres ilustres de una comunidad de personas, pueblos o
incluso naciones, están a merced de los méritos que, para quienes tienen la
facultad de otorgar reconocimientos, ejercen su poder atendiendo a parámetros
que, en algunos casos, ensombrecen lo que debiera ser una honorable y digna
tarea, y que puede verse afectada por cuestiones sociales o motivaciones ideológicas
y políticas.
Reescribir
la historia no tiene porqué ser malo, lo abominable es que esa reescritura se
aleje de la verdad de los hechos, para potenciar una versión determinada de
nuestro pasado. Por eso cuando en estas líneas que titulamos “Fueron hijos
del olvido”, se está mencionando a aquellos que, en su momento, fueron
olvidados por la sociedad de su tiempo y aportaron honor y gloria a su ciudad o
su entorno. Sirva este escrito como muestra y reivindicación de los muchos
olvidados tuvo la ciudad de Elda en otros tiempos.
Hombres
y mujeres ilustres
El
Elda tenemos muchos ejemplos que podrían servir de patrón para dar sentido o
entender lo que deseo exponer en estas páginas.
Hubo
hombres y mujeres que fueron personas brillantes, que alcanzaron objetivos extraordinarios
y beneficiaron con ello a la colectividad. Algunos recibieron el honor de ser
considerados por sus méritos, pero otros cayeron en el olvido a pesar de que
los efectos de sus acciones crearon riqueza y prestigio para la colectividad; destacaron
de entre los de su tiempo, colaborando en el desarrollo y crecimiento del país,
de la región y dieron gloria a la ciudad de Elda.
Vivimos
en un pueblo en el que quizá sea una de las poblaciones que con mayor certeza y
evidencia podrían hallarse ejemplos de hombres y mujeres que cayeron en el
olvido, los jóvenes de hoy desconocen lo que realizaron y que el tiempo se ha
encargado de silenciar.
Silvestre Hernández Poveda
Nació
en 1851, quizá el primer fabricante formado desde casi su niñez como aprendiz
de la incipiente industria del calzado eldense, y el más importante en los
albores de la actividad zapatera, precursor de la industria artesana del
calzado de señora, forjador de una gran industria situada, a finales del siglo
XIX, en lo que es ahora la plaza de las Huestes del Cadí, en la calle San Roque.
Unos de los primeros
talleres de confección de calzado Museo del Calzado
Aquel
primer taller de fabricación de calzados tuvo su originaria actividad en el año
1883, pero la fuerza creadora del calzado de calidad obró el milagro, de un
taller con apenas una veintena de obreros, se pasaría a final de siglo a una de
las fábricas más grandes en número de trabajadores, más de 400, y en producción
de zapatos de todas las clases, como era habitual en aquellos años, superando
los ochocientos pares diarios.
Silvestre
murió a los 95 años, en 1947, dejando atrás una huella indeleble al ser el
pionero en la provincia de Alicante, en fabricar zapatos de “lujo” artesanos y semi
mecanizados y haber alcanzado el honor de ser fundador de una gran industria.
Rafael Romero Utrilles
La
tradición y el “boca a boca” nos legó la frase “Elda, París Y Londres”.
Rafael Romero Utrilles
con su familia hacia final del siglo XIX
Rafael
Romero Utrilles, del que tanto se ha hablado en medios de comunicación
contemporáneos, fue el artífice de aquella gran fábrica de calzados que ocupaba
parte de lo que hoy es la calle Dahellos, creando trabajo para cientos de
personas, que según algunos cronistas lo cifraban en más de 800 trabajadores en
su mejor época.
Dibujo coloreado de la gran industria de Romero
Utrilles. Museo del Calzado
En
1902 conseguiría para su empresa y para el prestigio del calzado eldense,
sendas medallas de oro en las Exposiciones Universales de París y Londres, de
ahí pudiera derivar la frase Elda, París y Londres. Aunque su gesta
sirve de recordatorio permanente, nunca pudo ser reconocido por ello.
Anverso y reverso de ambas medallas de oro. Museo del Calzado
En aquel siglo XIX, no fueron los únicos en transformar la
maltrecha economía agrícola de la villa y convertirla en un centro productivo
de calzado, hubo muchos más, y no solo zapateros.
Isidro Aguado Aravid
El fabricante de hormas más importante de España que llegó a
forjar una impresionante industria.
Aguado nació en Elda en 1840, zapatero de silla en sus
inicios, tallaba las hormas que empleaba para montar los zapatos.
Fue en el barrio de la Alfaguara, en unos 7600 m2,
donde existía uno de los mayores molinos de la región, movido por una noria que
extraía agua de un canal que venía, canalizada, directamente del pantano de
Elda.
El agua movía el embarrado de la nave que accionaba las
máquinas, alguna de ellas de su invención, otras eran accionadas por la fuerza
animal, con una mula girando alrededor de un torno que movía el embarrado.
Naves industriales construidas
cerca del margen derecho de Vinalopó y en la zona del actual barrio de Huerta
Nueva
Para mayores méritos de este ejemplar empresario, se da la
circunstancia que en su empresa se anotaba con meticulosidad, los detalles de
las empresas a las que suministraba hormas en nuestro país y en territorios de
ultramar, y ese “libro de clientes” nos da hoy una idea de las industrias y
talleres de fabricación de calzados que existía en cada región de España
a finales del siglo XIX.
En este grupo presidido por
Isidro Aguado Aravid con alguno de sus encargados de sección y trabajadores de
la empresa, se observan importantes hormeros de Elda y Petrer que, años más
tarde, construirían sus propias empresas y crearían sus marcas de fabricación. Museo
del Calzado
Su nieto, Isidro Aguado Sánchez, se convertiría en 1999
en uno de los más activos mecenas del Museo del Calzado, su labor de mecenazgo
siempre estuvo desligada de su actividad industrial, un gesto de compromiso
personal que mantuvo hasta el final de su vida.
Isidro Aguado Sánchez
fotografiado con el dibujo, firmado por Gabriel Poveda “Leirbag” , en el que se
aprecian las naves industriales y la canalización que conducía el agua del río
Vinalopó para mover las máquinas.
Oscar Santos González
Un
fabricante de calzados de alta gama para mujer que conseguiría en 1959 el
premio "Cambrillón de Oro" al zapato mejor hecho, en la I Concurso
Exposición de calzado de dio paso a la I Feria Nacional.
Oscar Santos González. Empresario del Calzado
(1915 – 1979) y zapato ganador del “cambrillón de oro”. Museo del Calzado
Fabricó,
en una modesta industria, un zapato de lujo con la marca “Helen”, en honor a su
esposa Elena, pero sus méritos fueron más allá.
Oscar
Santos fue la primera persona que hizo pública la idea de crear en Elda una
gran feria de calzado, insistiendo una y otra vez en los beneficios que ello
aportaría a la ciudad de Elda y al sector zapatero; ideólogo, junto con Roque
Calpena, de aquel movimiento económico que supuso un auténtico “milagro”
para nuestra industria del calzado en 1959 y siguientes, con la creación y
puesta en marcha de la primera feria monográfica local de calzado y a
continuación, las Ferias Nacionales e Internacionales, que tanta riqueza y
prestigio dieron a nuestra ciudad.
Su
machacona insistencia dio lugar a que un deseo se convirtiese en una necesidad,
movilizando con sus escritos a fabricantes y asociaciones empresariales de
nuestra comarca que, como él, estaban convencidos que el futuro de Elda pasaría
por una gran exposición abierta al mundo.
José María Gran Diez
José María Gran Diez Estand de Elda Exportadora en ll I Feria
Nacional
Un
industrial comprometido con la ciudad de Elda y con la industria del calzado,
arriesgo su patrimonio creando varias sociedades y empresas, entre ellas,
Calzados Proa, que diera trabajo, prestigio y riqueza en las décadas de los
años 60 y 70, que abrió el camino para una beneficiosa exportación de zapatos
eldenses, presidiendo la primera acción decidida para abrir nuestra ciudad al
exterior.
Gran,
junto con otros industriales de Elda, creó una sociedad exportadora, llamada “Goyescas-Elda-España”,
con el acrónimo SECSA (Sociedad Exportadora de Calzados S.A.) que fue
precursora de las exportaciones eldenses asociadas y fue esta sociedad la que
cedió paso a “Elda exportadora”.
“Elda Exportadora”
Fue
una gran idea que llegó a reunir 250 industrias asociadas en 1961, y de cuyas
misiones comerciales, vendiendo cientos de miles de zapatos en todo el mundo (“La FICIA. Un gran
esfuerzo colectivo” pp.146).
Durante los años que estuvo activa participó, con un estand propio, en las
ferias nacionales e internacionales que se celebraban en Elda. En los periodos
entre ferias, viajaban misiones comerciales a Europa y EE. UU. en busca de
pedidos para las fábricas asociadas, y fue la primera institución en solicitar
la exención de aranceles para la importación de maquinaria, como ya lo hicieran
países como Alemania, Francia o Italia que competían en la fabricación de
calzados en Europa.
(La FICIA pp. 119)
Junta directiva de "Elda Exportadora", entre otros: José María
Gran, Oscar Santos, José María Alarcón, Vicente Esteve, Juan Gómez Ribas, Jaime
Segarra, Francisco Cremades, Octavio Santos, Antonio Porta, Bartolomé Crespi,
Leopoldo Merino, José Aguado y Antonio Juan. Museo del Calzado
Pero
José María Gran hizo mucho más. El primer año de la Feria Nacional del Calzado,
en 1960, fue la persona que hizo amistad y convenció al representante de la
administración de la Cooperación Internacional de Estados Unidos de América, Mr.
Louis G. Feman, para que potenciase las calidades del zapato fabricado en
Elda, tratando de introducirlo masivamente en los EE. UU. como así fue.
Lorenzo Manero Juan
Creador
de un “Modelo de utilidad” que dio la vuelta al mundo y expandieron el nombre
de su origen, Elda, con un pantógrafo de su invención para escalar patrones patentado
en mayo de 1960.
En
el Museo del Calzado se conservan varios pantógrafos donados por modelistas del
sector, podemos afirmar sin caer en exageraciones, que la gran mayoría de
diseñadores, modelistas o patronistas de nuestro país, tenían como herramienta
de trabajo este sencillo y útil pantógrafo, que fue sustituido más tarde por
los pantógrafos automáticos, sin embargo, todavía podemos encontrar este tipo
de herramienta en algunos profesionales de las zonas zapateras.
Lorenzo Manero y croquis del pantógrafo
reconocido como modelo de utilidad. Museo del Calzado
Remedios González Romero
Podríamos
representar en Remedios González el sacrificado trabajo de las aparadoras
eldenses. Mujeres que conllevaron una doble tarea: su trabajo en la casa al
cuidado de las labores de ama de casa, al cuidado de los hijos, en momentos en
los que Elda carecía de guarderías o colegios para niños de corta edad, y que
compatibilizaban con el aparado realizado hasta altas horas de la madrugada,
mal remunerado y sin los derechos que amparan a un trabajador legalizado,
tratando de ayudar a la frágil economía doméstica.
Remedios
fue persona respetada y querida y muchas de las aparadoras que hoy son madres e
incluso abuelas, pasaron por sus aulas.
Cabe
destacar, otra maestra de aparado con la que tuve el privilegio de compartir
claustro de profesores en el Instituto de Formación Profesional “La Torreta”,
donde pasaron cientos de alumnas por sus talleres, Salud Sáez Conesa,
una gran profesional y comprometida con la docencia.
Remedios González recibiendo el homenaje de sus
compañeros. En la imagen también una maestra de aparado y profesora, Salud Sáez
Conesa, que siguió la estela de Remedios,
Fue
maestra de maestras, es decir, ejerció desde su creación, como profesora de
aparado en la primera escuela de Aprendizaje Industrial que tubo Elda, la Escuela
de Artes y Oficios.
Pero
la historia de nuestro pueblo también recoge trágicas injusticias que fueron
ejemplo de atrocidades, algunas se cebaron en personas sobresalientes que
facilitaron trabajo y riqueza en Elda y Petrer en momentos dramáticos.
Tomás Guarinos Maestre
El
menor aprecio, el olvido, es siempre injusto cuando ocasiona la pérdida de la
memoria de unos hechos que fueron notables y beneficiaron a muchas personas en
Elda y Petrer y al prestigio de la comarca.
Tomás Guarinos Maestre. Procurador de los
Tribunales, consejero secretario del Banco de Elda y Fundador de la SICEP.
Museo del Calzado
Tomás
Guarinos fue la persona que, en 1936, tras el pronunciamiento militar contra el
gobierno de la II República, lo que se llamó el Alzamiento Nacional, con
fabricas cerradas y huelgas en ambas poblaciones, fundó una cooperativa de
industrias que trabajó durante los casi cuatro años que duró aquella terrible
Guerra Civil.
Guarinos,
en aquellos años, era un prestigioso Procurador de los Tribunales que tenía una
amplia cartera de clientes entre la mayor parte del empresariado de la comarca,
pero que era reconocido por su talante dialogante y su capacidad de convicción,
también entre los sindicatos de trabajadores del sector zapatero.
Los
bancos que operaban en la ciudad: Español de Crédito; Hispano Americano;
Popular y el nombrado Banco de Elda (de la que Guarinos formaba parte como
consejero secretario en su consejo de administración), junto con la Asociación
de fabricantes de Elda y Petrel, estaban preocupados por la situación de las
empresas y naturalmente de los trabajadores que integraban las plantillas de
las mismas, la posible incautación de fábricas por parte de los sindicatos de
la época podrían colapsar la viabilidad de operaciones crediticias para obtener
préstamos de los bancos implicados, en definitiva, la situación de las
poblaciones de nuestro valle se encontraban en un estado de quiebra aparente
que podría desencadenar el cierre total de la industria.
De
la reunión de las partes con Tomás Guarinos, salió la propuesta de crear una
cooperativa empresarial, lo que se llamaría S.I.C.E.P. (Sindicato de la
Industria del Calzado de Elda y Petrel), pero para llegar a ese punto hubo que
convencer y eliminar las reticencias surgidas por parte de empresarios y
trabajadores.
El gran invento de la SICEP
No
vamos a incidir de nuevo en lo que fue y como se desarrolló la cooperativa
empresaria bajo el acrónimo SICEP, otros autores ya lo han ido desgranado en
revistas y publicaciones, yo mismo escribí en 2015 un libro que se titula “Industria
del Calzado Eldense: Tres momentos clave” y en él dedique un amplio
capítulo a describir extensamente como se creó y las dificultades por las que
atravesó, también el reparto de posibles beneficios, todo ello rescatado de los
documentos autógrafos del señor Guarinos y lo beneficioso que fue para Elda y
Petrer.
Lo
que pretendo es transmitir el esfuerzo titánico de un eldense, Tomás Guarinos
Maestre, para negociar con sindicatos, asociación de empresarios, bancos y
trabajadores de empresas, algunas abandonadas por sus propietarios, una
asociación que dio beneficios y que, sobre todo y de forma muy especial, dio
trabajo en guerra a más de 12.000 trabajadores de forma directa y llegaría a
los 30.000 incluyendo el trabajo inducido.
Constitución
de la Sociedad
El inicio de la Sociedad lo justifica
Guarinos, “por la voluntad de los
bancos con los empresarios para, por una parte, solucionar el pago de jornales
improductivos y, por otra, para mantener las fábricas activas y evitar la
incautación”.
La
Sociedad se constituyó legalmente el 18 de agosto de 1936.
En
un principio eran 17 socios:
José Guarinos Vera; José
Martínez Sánchez; Genaro Vera Coronel; Francisco Vera Santos;
José Alemany Maciá; José Porta Rausa (por la empresa Antonio
Porta); Felipe Rivas Rubio (por la empresa de Francisco Ribas Rubio); Vicente
Gil Navarro (por Teófilo Gil); Luís Maestre Coronel; Manuel Vera
García; Felipe Peñataro Sanchíz; José Gerónimo Guill; Luís Bel
Garrigós y Pedro Milán Borrás; los nombrados eran fabricantes de
Elda, y también se unieron Ricardo Villaplana Reig (por la empresa
LUVI); Alfonso Chico de Guzmán y Francisco Agatángelo Martínez,
estos últimos de Petrer. Pero muy pronto la lista iría creciendo y conforme
avanzaba la guerra y se comprobaba la estabilidad de las industrias fundadoras
y las amortizaciones que se iban realizando, la entrada de empresas en SICEP
era casi constante hasta alcanzar las ochenta fábricas, entre ellas la gran
fábrica de los Bellod (Industria que anteriormente era la de Romero
Utrilles), como se conocía popularmente. Con ese número, y teniendo en cuenta
que algunas de las industrias nombradas, el montante de trabajadores directos
en fábricas alcanzó la cifra nada desdeñable de 12.000 almas, y todo ello sin
contar el trabajo inducido y a domicilio, servicios y personal auxiliar, que en
total duplicaban esa cifra y superaría los treinta mil trabajadores repartidos
en varias ciudades, Valencia y Barcelona, donde SICEP tenía sus almacenes.
Con las aportaciones de mil pesetas cada empresario,
se conformaron los estatutos de la sociedad que estaba regida por un Consejo de
Administración, formado por siete de sus miembros elegidos por mayoría de
votos.
Antiguo
edificio, en la calle Conde Coloma de Elda, en el que se ubicaron los almacenes
de SICEP
Perseguido y encarcelado
El inductor, organizador y administrador de SICEP,
al término de la contienda entre españoles, fue arrestado primero, encarcelado
y desterrado del territorio peninsular, al haberse aplicado sobre él y su
familia, las injustas e implacables leyes que perseguían y reprimían algunas
sociedades, entre ellas la masonería.
Guarinos fue desposeído de su titulación, sin embargo,
era tal su talante que perdonó y, con el paso del tiempo, fue admirado por los
mismos que lo acusaron, provocando consecuencias que le llevaron, a él mismo y
a su familia, a padecer calamidades, la más terrible, la separación de su
esposa e hijos durante años.
El recuerdo de grandes hombres y mujeres se valoran
por el compromiso con el bien común y los nombrados, junto a muchos otros, dieron
un maravilloso ejemplo.
José María Amat Amer
Septiembre de 2023
Bibliografía
Amat Amer J.M. – 2002 - “La FICIA un gran esfuerzo
colectivo”
Amat Amer J.M. – 2007 – “Dos siglos de
Industrialización en la Comunidad Valenciana”.
Amat Amer J.M. – 2015 – “Industria del Calzado
Eldense: Tres momentos clave”
Archivo Histórico Nacional – Sección Guerra Civil.
Valle de Elda. Blog CALZADO
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